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¿Qué es el Sistema Armonizado y cómo se determina la fracción arancelaria de una mercancía?

La clasificación arancelaria incorrecta puede traducirse en multas, retrasos e incluso pérdida de mercancía. Conoce el Sistema Armonizado y aprende a determinar la fracción arancelaria adecuada para importar/exportar sin contratiempos.
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2025
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La tendencia del nearshoring está atrayendo inversión a México para fabricar productos destinados a Norteamérica. En este contexto, muchas empresas confían en aliados de logística 4PL (operadores logísticos integrales) y forwarders para manejar su comercio exterior. Sin embargo, incluso con estos apoyos, es crucial entender el Sistema Armonizado (SA) y determinar correctamente la fracción arancelaria de cada mercancía. Solo así se garantiza una logística fluida, el pago exacto de impuestos y el aprovechamiento de acuerdos comerciales (como el T-MEC) sin contratiempos.

¿Qué es el Sistema Armonizado?

El Sistema Armonizado de Designación y Codificación de Mercancías (SA) es una nomenclatura internacional estandarizada para clasificar todos los productos que se comercializan globalmente.

Fue aprobada en 1983 bajo el Convenio Internacional del SA y entró en vigor el 1.º de enero de 1988. Hoy en día más de 200 países emplean el Sistema Armonizado como base de sus aranceles, cubriendo casi 98% del comercio mundial. México implementó este sistema desde 1988 al incorporarse a la Organización Mundial de Aduanas (OMA).

¿Para qué sirve?

En esencia, el SA asigna un código numérico único a cada producto, que sirve de base para:

  • Calcular impuestos arancelarios en aduana (Impuesto General de Importación, IVA, etc.).
  • Aplicar correctamente los tratados comerciales y sus reglas de origen (por ejemplo, aprovechar preferencias arancelarias del T-MEC).
  • Verificar regulaciones y restricciones no arancelarias (RRNA) aplicables (permisos, Normas Oficiales, cupos, prohibiciones, etc.).
  • Generar estadísticas de comercio exterior uniformes.
  • Facilitar la revisión aduanera y fiscal al hablar “un mismo idioma” de códigos en todo el mundo.

El Sistema Armonizado está organizado de forma jerárquica. Los bienes con características afines se agrupan en 21 secciones (por ejemplo, animales, productos vegetales, químicos, textiles, maquinaria), subdivididas en 98 capítulos que se identifican con 2 dígitos. Cada capítulo se subdivide en partidas de 4 dígitos (también llamadas partidas arancelarias), y estas a su vez en subpartidas de 6 dígitos. De esta manera, la nomenclatura progresa desde categorías generales hasta descripciones más específicas conforme al grado de elaboración o uso de las mercancías.

¿Qué es una fracción arancelaria?

Una fracción arancelaria es el código numérico oficial con el que se describe un producto dentro del sistema aduanero de cada país. Corresponde a la clasificación específica que determina qué impuestos, requisitos y restricciones aplican a esa mercancía en particular. En México, la fracción arancelaria se compone de 8 dígitos, derivada de la estructura internacional del SA, pero puede extenderse a 10 dígitos cuando se agregan los números NICO (Números de Identificación Comercial) para mayor detalle. A nivel mundial el código SA se define en 6 dígitos y cada país tiene la facultad de añadir más dígitos para su tarifa nacional. En diciembre de 2020, México introdujo los NICO precisamente para afinar la identificación de mercancías y mejorar la precisión estadística sin modificar la tarifa base.

Ejemplo de fracción arancelaria (México):

8544.42.01.00 – Cables eléctricos para automóviles

Desglose del código:

  • 85 – Capítulo (Maquinaria y material eléctrico).
  • 8544Partida del SA (Cables, conductores y demás conductores eléctricos).
  • 42Subpartida internacional (tipo específico de cable dentro de esa partida).
  • 01Fracción arancelaria nacional que identifica más específicamente el producto en México.
  • 00NICO, para detalles comerciales adicionales (p. ej. distinguir usos o características particulares, si aplica).

En este ejemplo, 8544.42.01 es la fracción arancelaria mexicana de 8 dígitos para cierto tipo de cables, y el 00 final sería el NICO. Todos los productos a importar o exportar deben identificarse con su fracción arancelaria correspondiente en la documentación aduanera (pedimento, factura, etc.), ya que de este código dependen los impuestos y regulaciones que se les aplicarán.

¿Cómo se determina la fracción arancelaria?

El proceso para asignar la fracción correcta a una mercancía se denomina clasificación arancelaria. Esta clasificación debe hacerse de forma técnica y metódica, basándose en las características del producto y en las reglas establecidas por el Sistema Armonizado. Para clasificar correctamente una mercancía, es necesario considerar:

  1. Naturaleza del producto: ¿Qué es la mercancía en sí? Se debe definir si es, por ejemplo, un bien terminado, una materia prima, un componente o un conjunto. También implica identificar su estado (nuevo, usado) y presentación.
  2. Composición o material: ¿De qué está hecha? Hay que determinar los materiales o ingredientes predominantes (metal, plástico, textil, químico, etc.), ya que muchas fracciones se diferencian por composición.
  3. Uso o función principal: ¿Para qué sirve o en qué industria se emplea? La aplicación o el sector (automotriz, médico, alimenticio, etc.) puede influir en la clasificación cuando la nomenclatura distingue mercancías por su función.
  4. Reglas del Sistema Armonizado: Aplicar las Reglas Generales de Interpretación del SA (1 a 6) y las reglas complementarias nacionales. Estas reglas establecen criterios jerárquicos para clasificar, por ejemplo: títulos de capítulos son orientativos, descripciones más específicas prevalecen sobre genéricas, la materia o componente esencial del producto, entre otros principios. También se deben revisar las notas legales de sección y capítulo, que a veces excluyen o incluyen ciertos artículos en determinada partida.

Las primeras tres consideraciones responden a las preguntas clave “¿Qué es? ¿De qué está hecho? ¿Para qué sirve?”, que son fundamentales en cualquier clasificación. Una vez entendido esto, las Reglas Generales del SA y las notas legales ayudan a ubicar la clasificación correcta de manera oficia.

Por ejemplo, la Regla 1 indica que la clasificación se determina legalmente por el texto de las partidas y notas correspondientes, más allá de los títulos de capítulos; otras reglas tratan sobre productos incompletos, mezclas de materiales, mercancías susceptibles de clasificarse en dos partidas, etc. Es importante seguir el orden de aplicación de estas reglas hasta llegar a la fracción apropiada.

En la práctica, este proceso puede requerir investigación y conocimiento especializado. No importa si se trata de un artículo de consumo sencillo o de una maquinaria industrial compleja: el principio es el mismo.

Por ejemplo, la fracción de una máquina especializada y sobredimensionada (típica carga proyecto) que se envía por un buque RoRo (roll-on/roll-off) o LoLo (lift-on/lift-off) se determina aplicando exactamente estos criterios. Es decir, se analiza qué es esa máquina, de qué materiales está hecha y cuál es su función principal, y con ayuda de las reglas del SA se identifica la fracción que mejor la describe. De igual forma, un producto pequeño de electrónica de consumo seguirá el mismo análisis. En todos los casos, una clasificación correcta garantiza que la mercancía pague los aranceles debidos y cumpla con las regulaciones, evitando sorpresas durante el despacho.

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¿Qué pasa si clasificas mal tu mercancía?

Los errores en la clasificación arancelaria tienen consecuencias serias. Declarar una fracción incorrecta puede implicar que se estén pagando impuestos de más o de menos. Si pagas de más por error, estarías encareciendo innecesariamente tu operación (y requerirás trámites para reclamar devoluciones). Pero el caso opuesto –pagar de menos por usar una fracción con arancel inferior al debido– es aún más problemático: la autoridad lo considerará una omisión de contribuciones o posible intento de evasión.

Entre los principales riesgos de una mala clasificación se encuentran:

Multas y sanciones:

Las autoridades aduaneras (SAT/ANAM) imponen multas cuantiosas cuando detectan fracciones mal declaradas. Por ejemplo, los errores de clasificación se pueden sancionar con montos que van desde el 10% hasta el 150% del valor de la mercancía involucrada.

En algunos casos, la Ley Aduanera prevé multas fijas por pedimento mal declarado (de ~$2,000 a $3,000 pesos por cada documento), que acumuladas fácilmente superan el millón de pesos en operaciones voluminosas. Además de las multas, se deberán pagar los impuestos omitidos actualizados y recargos si corresponde.

Retención, embargo y decomiso:

Una fracción incorrecta puede activar alertas durante la revisión aduanal. Si la discrepancia se detecta en aduana, la mercancía puede ser retenida para inspección física y verificación documental. En casos graves, declarar con una fracción errónea (por ejemplo, para evadir regulaciones) puede ser causal de embargo precautorio de la mercancía. Es decir, la aduana toma control de los bienes mientras investiga. Si no se corrige la situación o se comprueba una infracción deliberada, la mercancía podría incluso ser confiscada y llegar a ser destruida sin indemnización, especialmente si también incumple normas sanitarias o de seguridad.

Pérdida de beneficios arancelarios:

una fracción incorrecta puede hacerte perder beneficios de tratados de libre comercio. Las preferencias arancelarias (como arancel 0%) del T-MEC u otros TLC solo aplican si el producto está correctamente clasificado y cumple con su regla de origen. Una codificación errónea podría significar que el certificado de origen no corresponda a la mercancía real, invalidando la preferencia negociada. En otras palabras, podrías terminar pagando un arancel pleno por no haber declarado la fracción adecuada, desperdiciando ventajas comerciales. Cabe destacar que la clasificación uniforme a nivel internacional es la base para determinar las reglas de origen en los tratados; si esta base falla, todo el beneficio preferencial se pone en riesgo.

En resumen, clasificar mal una mercancía puede traducirse en costos adicionales muy elevados, retrasos operativos e incluso problemas legales. Es un error que puede “salir caro” tanto en tiempo como en dinero, por lo que vale la pena invertir esfuerzo (y asesoría profesional) para hacerlo correctamente desde un inicio.

¿Quién debe clasificar las mercancías?

Dada la importancia de la clasificación, surge la duda de quién es responsable de hacerla correctamente. Por lo general, los importadores o exportadores se apoyan en un agente aduanal (despachante de aduana) para realizar sus trámites.

El agente aduanal es un profesional autorizado que, entre otras funciones, ayuda a determinar la fracción arancelaria de la mercancía. De hecho, la legislación mexicana señala explícitamente que es el agente aduanal quien es responsable de la clasificación arancelaria de las mercancías que despacha (Art. 54 de la Ley Aduanera).

No obstante, esto no exime al importador o exportador de responsabilidades. La empresa que realiza la importación debe proporcionar información veraz y detallada sobre sus productos (descripciones, fichas técnicas, composición, uso, etc.) para que el agente aduanal pueda asignar la fracción correcta.

Si la información es insuficiente o engañosa, la clasificación será errónea y será finalmente el importador quien enfrente las consecuencias (multas, retrasos o pérdida de mercancía). Además, en la práctica el importador es el obligado directo ante la autoridad aduanera por lo declarado en el pedimento.

En resumen, aunque cuentes con apoyo profesional (agente aduanal o equipo de cumplimiento), la responsabilidad última recae en ti como importador/exportador. Por eso es vital tener nociones básicas de clasificación y, sobre todo, contar con asesoría confiable. Un buen agente aduanal o consultor te guiará, pero tú debes entender y aprobar la fracción declarada, ya que es tu empresa la que será sancionada si algo está mal.

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Buenas prácticas para clasificar correctamente

Para evitar errores costosos y asegurar el cumplimiento aduanero, considera las siguientes buenas prácticas de clasificación:

Consulta la tarifa vigente (TIGIE) y sus actualizaciones:

Asegúrate de usar fuentes oficiales actualizadas. La Tarifa de la Ley de los Impuestos Generales de Importación y Exportación (TIGIE) se modifica cuando hay cambios en el Sistema Armonizado (aproximadamente cada 5 años) o cuando México ajusta su nomenclatura. Utiliza los catálogos electrónicos actualizados (p. ej. el buscador de fracciones arancelarias de SNICE) y verifica que la fracción que escogiste sigue vigente y corresponde a la descripción de tu producto.

Aplica las Reglas Generales y notas legales:

Las Reglas Generales de Clasificación del SA (incluidas en el Art. 2 de la LIGIE) son tus guías obligatorias. Repasa las seis reglas generales y las complementarias nacionales antes de decidir. También lee las notas legales de sección y capítulo en la TIGIE; a veces contienen definiciones o exclusiones cruciales que pueden cambiar la clasificación.

Apóyate en expertos con experiencia sectorial:

Si no cuentas con un departamento especializado, busca asesoría profesional. Un agente aduanal experimentado o un proveedor de logística 4PL de confianza, familiarizado con tu industria (ya sea automotriz, electrónica, químico, etc.), podrá orientarte en las fracciones aplicables y validar tu clasificación.

Si tienes dificultades para identificar el código correcto, pide la asesoría de un consultor aduanal o del propio SAT – la autoridad ofrece incluso consultas formales para aclarar fracciones confusas o mercancías difíciles de identificar.

Documenta la justificación de la clasificación:

Guarda evidencia del análisis que realizaste. Por ejemplo, fichas técnicas del producto, catálogos, fotografías, resultados de laboratorio (si se determinó composición) y una breve justificación por escrito de por qué se asignó esa fracción. Tener este expediente te servirá para defender tu clasificación ante una auditoría o una duda de la autoridad. Además, demuestra diligencia de tu parte.

Mantente actualizado y proactivo:

El mundo del comercio exterior y las regulaciones está en constante cambio. Mantente al tanto de las enmiendas del Sistema Armonizado (la OMA suele revisar y enmendar cada quinquenio), de las modificaciones a la LIGIE y de los nuevos tratados o cambios en los existentes.

Por ejemplo, en 2022 entró en vigor la última revisión (Séptima Enmienda) del SA, lo que implicó recodificar varias mercancías. Si tu catálogo de productos cambia o evolucionan sus materiales/uso, reevalúa su clasificación. La actualización permanente es clave para no quedarse usando fracciones obsoletas.

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